Resumen

En algunas de las mayores ciudades de hoy se encuentra un gran parque con acento destacado que cabe llamar central. Estos espacios singulares, con el verde como principal motivo de distinción, ofrecen un servicio capital para la satisfacción del ocio colectivo a escala metropolitana. Su origen en la ciudad es una cuestión particular que gravita entre la herencia y el proyecto, y que encuentra motivos en cuestiones como el aprecio de la naturaleza, las necesidades de espacio abierto, de lugares para la recreación o el ejercicio físico. Se da el caso, además, que empresas de tal envergadura, como la que representa la construcción de un parque central, se dilatan en el tiempo resultando muchos de ellos obras en continuo progreso. Con todo, resulta que en el particular origen de los parques centrales se encuentran muchos motivos que explican la forma y servicio del parque de hoy. El artículo presenta algunos casos representativos del abanico de orígenes del parque central, destacando algunos atributos que su composición gana con su particular historia. Cabe encontrar en esta historia del parque central argumentos validos y vigentes para la orientación del proyecto en grandes metrópolis con parque central en construcción.

Palabras clave: parques urbanos, centro metropolitano, ocio colectivo

Abstract

Today, some major cities have a large park, with an special role, that can be called

cantral park. These unique spaces, with green-matter as the main reason of distinction, offer a capital service for metrpolitan collective leisure. Its location in the city is a particular issue that hovers between heredity and the project, and it finds reasons in topics such as appreciation of nature, open-space requirements, places for recreation or exercise. Moreover, the construction of such huge parks may last decades, even centuries, and many of them are work-in-progress. However, the specific origin of central parks explains a lot on how the park is today. The paper presents some case- studies as a representative sample of the different origin, highlighting the features that depend on their particular history. Some keys for the design of great parks under construction can be found underneath.

Keywords: urban parks, metropolitan center, collective leisure

Raices del parque central: una historia en las grandes ciudades

Si se indaga entre las mayores aglomeraciones urbanas del mundo se encuentra, en un número considerable de ellas, una gran área destacada destinada al ocio ciudadano con el acompañamiento protagonista de la vegetación. En estos grandes parques, más o menos consolidados, más o menos estáticos aunque en permanente revisión, reside un capital singular que, conjugado de manera acertada, puede proporcionar ventajas únicas, expresiones punteras de lo que son las grandes metrópolis de hoy.

El parque central es una realidad de entidad variable a lo largo de la historia de las ciudades que se mantiene viva, aún hoy, como elemento constitutivo de la expresión más contemporánea de las metrópolis.

El estudio de su origen resulta, pues, oportuno, en tanto que en él se hallan argumentos para la definición de su composición. Y es que, por ejemplo, que un parque esté más o menos cercano al centro desde donde creció la metrópolis, que presente una morfología planimétrica u otra, o que con lo verde exprese unos recursos compositivos u otros, son cuestiones que, a menudo, sólo se pueden explicar con cierto rigor a partir del conocimiento de su origen y del contexto en el que nació el parque. Cada historia cuenta el porqué de muchas cosas en el parque de hoy, que esté más o menos presente en la conciencia ciudadana, que cuente con una composición unitaria o sea un compuesto de espacios diversos, o que preste mayor atención a un tipo de funciones en detrimento de otras. Hay que estar atento al origen de las cosas, pues la historia explica algunas cuestiones de su forma, pero en algunos casos, formas

muy similares surgen como consecuencia de orígenes dispares.1

Antecedentes para su nacimiento: la naturaleza y el ocio

La presencia de parques centrales en las grandes ciudades viene de lejos, y aún más atrás debe uno remontarse si pretende indagar entre los antecedentes que, poco a poco, fueron consolidando las técnicas y las ideas necesarias para a que, reunidas, se diera inicio a la concepción de esta entidad urbana de singular condición.

Una larga tradición cultural afianzaría con el tiempo las habilidades del hombre para dominar los materiales biológicos en beneficio propio, permitiendo que se utilizaran también como base de producciones artificiales con afán de producir goce estético. A lo largo de este periplo, progresan las técnicas para el control de la naturaleza, se modifican los motivos de su deseo, cambian los criterios que orientan su embellecimiento, y se enriquecen los atributos que se le asocian. Por otra parte, el progreso de las mayores ciudades del mundo desvelaría necesidades urgentes en cuanto a la disposición de espacios abiertos, capaces de ofrecer oportunidades de esparcimiento y recreación pública, además de nuevas perspectivas de salubridad y equilibrio para unas grandes urbes en continua expansión.

El enriquecimiento del concepto del ocio urbano también dejará sus huellas en el parque central. A lo largo de la historia han ido incorporándose a su definición cada día más espacios y edificios para actividades de ocio de toda condición: para el deporte, el espectáculo, la relajación contemplativa o el aprecio de los sistemas y procesos ecológicos. La formación de la ciudad y la consolidación de la metrópoli han jugado un papel muy relevante en la definición del concepto y las prácticas de ocio de hoy. La ciudad, a través de reacciones a su constitución real y a través de la reacción a especulaciones sobre su futuro, ha fomentado nuevos significados del ocio y el despliegue de un amplio abanico de espacios y servicios para su satisfacción, que encuentran en el parque central una de sus expresiones más punteras.

Así, capacidades y necesidades, juntas, actuarían como catalizadores para el nacimiento de una nueva entidad urbana en la que el espacio abierto, lo verde, la propiedad pública y las dotaciones para el ocio se unirían para componer un espacio de excelencias sólo al alcance de las metrópolis más avanzadas. En ese contexto, la continua competencia entre ciudades punteras fomentaría que el ejemplo dado por las primeras en disponer de grandes parques fuera seguido por otras en su afán por no quedar atrás.

1 Véase, por ejemplo, el caso de Central Park en Nueva York junto al Golden Gate Park de San Francisco. En estos dos casos tan parecidos a la vista en cuanto a forma, dimensiones y formatos urbanos que lo rodean, guardan en su origen intenciones opuestas. Mientras el Central Park (1851-1858) sirvió para desclasificar 141 manzanas ordenadas en el Plan vigente desde 1815, el proyecto de Golden Gate Park formó parte de una iniciativa que promocionó un nuevo ensanche a su alrededor en 1871.

Herencias nada casuales y proyectos muy especiales

Parques centrales los hay con raíces de profundidad muy variada. En algunos casos, el valor de su presencia fue reconocido ya en épocas muy pretéritas, aunque tuvieran que pasar siglos para que se consolidaran como espacio de utilidad urbana de singular condición. Así, para establecer donde está el origen de los diferentes parques centrales deben identificarse, al menos, tres episodios, a menudo aislados pero igualmente relevantes para su constitución: el inicio de su uso para el recreo público, el momento o momentos del proyecto o proyectos para la ordenación y composición del espacio, y el momento en el que el suelo ha pasado a propiedad publica.

Las diferentes relaciones entre estas tres fechas (uso-proyecto-suelo) definen, al menos, dos tipos básicos de origen, permitiendo diferenciar entre: ‘Parques heredados’ (uso-suelo), donde el protagonismo de una herencia es el que les acompaña y conduce a sucesivos perfeccionamientos. ‘Parques nacidos de proyecto colectivo’ (suelo/proyecto-uso), donde es la invención y la creación de la oportunidad que el parque ofrece la que le ha llevado al prestigio que hoy alcanza y exhibe, aunque sea sin recurrir a un modelo explícito.

Ya desde el siglo XVII, pero especialmente durante el siglo XVIII, en las mayores capitales europeas empezaron a abrirse al público algunos grandes jardines y bosques propiedad de la aristocracia y la realeza para el paseo de los ciudadanos, quienes descubrían en ellos el placer de pasar el tiempo de ocio con el acompañamiento del verde en un juego estimulante de ver y ser visto. En las islas británicas, aprovechando los réditos de las tempranas desamortizaciones de propiedades de ordenes religiosas, la corona pudo conservar y enriquecer grandes extensiones en ciudades como Dublín o Londres (Fig. 1). Los ciudadanos de Berlín (1649), París (1727), Estocolmo (1750), o Viena (1766) también vieron como antiguos bosques de caza para uso exclusivo de la corona abrían las puertas y se convertían poco a poco en lugares urbanos para el fomento de nuevos modos de vida y de interacción con los conciudadanos.

Figura 1. Asser, J., (c.1775), “A Drawing of His Majesty’s Park The Phoenix Park in the Kingdom of Ireland”. Fuente: McCullen, 2009

Estos primeros parques surgidos como resultado de gestos ilustrados de servidumbre de uso darían un primer ejemplo muy valioso para que otras grandes ciudades en expansión incorporasen los beneficios del verde en grandes cantidades entre la agenda

de iniciativas colectivas para hacer de la metrópoli un hábitat saludable y prestigioso durante el siglo XIX.

Liberado de las estrecheces de Europa, el parque central podía nacer en América y otras tierras coloniales como proyecto para la fundación de nuevas ciudades, como ocurriría con el proyecto de l’Enfant para la nueva planta de la capital federal de los Estados Unidos (c. 1793), en la que el amplio espacio abierto que media entre los edificios representativos de los principales poderes del país se convierte en el eje central de una composición muy jerarquizada; o con el proyecto de William Light para la ciudad australiana de Adelaida, en la que un gran espacio público verde se reserva a los bordes de los lotes para la urbanización, entre éstos y las parcelas para la explotación primària (Fig. 2).

(…)

Atributos especiales entre los motivos que le sirvieron de germen

Por ejemplo, cabe advertir en algunos parques que su valor destacado proviene en gran medida de su larga historia, consolidado a través de la consistencia de los antecedentes vinculados al espacio. Estos antecedentes influyen en su prestigio y su calidad excepcional, otorgan atributos singulares, y confirman su valor capital y el paso del tiempo ratifica, consolida e incluso potencia estas cualidades. Este es el caso del Bosque de Chapultepec en Ciudad de México por ejemplo. Como muestra la imagen, su enclave fue ya reconocido por las tribus aztecas incluso antes de que se establecieran en la ciudad insular de Technotitlan. Los atributos singulares de ese lugar fomentaron la identificación del bosque como reserva de especial condición en la que ya el emperador Moctezuma ubico sus espacios de recreo. Así, el profundo arraigo histórico de algunos parques se convierte en un motivo de primer orden para que cristalice en ellos una condición acentuada del espacio que los proyecta a convertirse en parque central de la metrópolis

Por otra parte, debe considerarse el echo de que, en algunos casos, fue la calidad y riqueza del verde existente en un enclave determinado, junto con la voluntad de conservar dicha riqueza para ponerla al servicio de la composición de la metrópoli, lo que motivó el nacimiento del parque central en ese lugar. La riqueza paisajística y ambiental preexistente se convirtió en un argumento sólido para aquellos que defendían que la gran ciudad no podía perder la oportunidad de apropiarse de estas ventajas al alcance, como tampoco podía permitirse el lujo de desperdiciar ese capital con la expansión indistinta de la urbanización. Con el trabajo medio hecho por efecto de la naturaleza, algunas grandes ciudades como Vancouver pudieron definir su parque central mediante una estrategia de conservación de los valores existentes, sólo con la introducción de algunas modificaciones de pacificación y adaptación a utilidades urbanas requeridas.

La forma del suelo, o en otras palabras, las condiciones geomorfológicas naturales del soporte de la ciudad, también juegan un papel importante en la definición de la situación y composición del parque central desde su germen. …Los parques centrales no han surgido lugares cualesquiera. Su gran dimensión dedicada a usos no productivos, (ni siquiera estrictamente necesarios para la vida urbana), requiere justificaciones para su posición que pueden encontrar respuestas en determinadas condiciones previas del suelo sobre el que se asientan.

En algunos parques se reconoció desde su origen la forma y sentido de los sistemas

geográficos naturales… y además, su construcción sirvió para hacerlos visibles y comprensibles, …para integrarlos entre las estructuras de la metrópolis, …o para permitir su continuidad, progreso y pervivencia. Este fue el caso de Londres… donde la coherencia de los sistemas geográficos se reconoce aún hoy el plano físico del sistema de parques reales… en la forma de sus cuerpos de agua, …o en el carácter de sus diferentes partes … la hondonada de Green Park, o los prados altos de Hyde Park.

La expansión de la urbanización tiende a enmascarar o enterrar estos sistemas definidos por las condiciones geomorfológicas del suelo que le sirve de soporte… pero en algunos grandes parques se descubre la oportunidad de que, en su ámbito, queden al descubierto… lo cual puede tomarse como una aportación efectiva a la definición de una identidad propia para cada metrópolis.

El reconocimiento de la geografía también se encuentra en el germen de otros casos. En Montreal, por poner un ejemplo, las condiciones orográficas poco agradecidas para el asentamiento de usos urbanos ordinarios se mantuvieron los suelos que hoy forman parte del parque suficientemente desocupados como para pensar en dedicarlos a esa utilidad especial… que requería amplias extensiones de suelo libre.

Allí, como en otros lugares como Seul o Santiago de Chile, “la presencia de una singularidad geográfica destacada se asoció con una función urbana especial”,

…resultando de esta asociación el germen del parque central

No sólo en la forma del suelo hay motivos que explican la composición de la ciudad contemporánea. Autores como Hans Bernoulli en su obra Die Stadt und ihr Boden, ya advertían de la importancia que toma la estructura de la propiedad …el plano parcelario del suelo rústico, en los resultados de su urbanización. Esto también es así en los parques centrales, en los que a menudo se advierte el “reflejo heredado de la estructura de la propiedad del suelo”.

Esto se puede ver en el caso de Bogotá. Allí, la estructura de quintas y haciendas para la explotación rural de la sabana jugo un papel determinante en la expansión de la ciudad. En medio de ese mar de parcelas, la singularidad de la propiedad la hacienda El Salitre, nunca entregada a procesos de desarrollo urbano, está detrás de la existencia allí del parque metropolitano Simón Bolívar, y explica algunos rasgos de su composición.

Además de las parcelas reales en las capitales europeas, como en Bogotá, otras propiedades de particulares civiles han acabado convertidas en parque central por unos o otros derroteros, como es el caso de Los Ángeles o Toronto.

Como se demostró en Philadelphia ya a mediados del siglo 19, un gran parque podía servir para la definición de una estrategia de progreso atenta al consumo racional de recursos, …a la protección y mejora del medio ambiente urbano, …o al mantenimiento de los principales procesos ecológicos y de la biodiversidad como beneficios sociales y, a la larga, económicos.

El parque se propone allí como un lugar especialmente adecuado para promover la educación de la ciudadanía en materias ambientales, …un primer paso para fomentar una conciencia colectiva atenta a los retos ecológicos.